lunes, 12 de enero de 2009

Oye Lis...





Buscando entre las pertenencias de tu abuela algo que fuera útil para tu nuevo emprendimiento, encontré esta tartera, que pertenecía a mi madre o sea a tu bisabuela, y es el único objeto que me ha quedado de los trastos que utilizaba para el horno para que continúe en la historia femenina de la familia. Con la larga permanencia en el estante del lavadero se ha oxidado, traté de limpiarlo…piensa en la cantidad de veces que, durante su existencia ha entrado y salido del horno, hornos diferentes, diferentes manos y sin embargo parecidas lo han rellenado de masa o lo que fuere. lo rescato para que siga viviendo, para que lo utilices y acaso para que en su historia de humildísimo objeto resuma la historia de nuestras generaciones.
Cuando lo vi en el fondo, volvió a mi recuerdo el día aquél en que te dijera: :te voy a enseñar a hacer algo que yo sepa hacer, así cuando yo ya no esté lo harás y te acordarás de mi. Me levanté, me echaste los brazos al cuello,- pues entonces qué quieres que te enseñe a hacer? Meditaste un rato y después dijiste: -una tarta! Por lo tanto fuimos a la cocina y emprendimos una larga batalla, en primer lugar te negabas a ponerte el delantal diciendo: si me lo pongo, después tendré que ponerme el rulero y calzar chinelas de taco chino, qué horror!
Después cuando había que batir las claras a punto nieve te pesaba la batidora de color naranja (con la que hoy bate Agustina los helados) y te enojabas cuando la manteca no se amalgamaba con las yemas. Al lamer la espátula con la que había diluido el chocolate, se me manchó la nariz, al verme te echaste a reír diciendo ja ja tenés la nariz marrón como la de mi perra donna! Tardamos una tarde entera y dejamos la cocina en un estado lamentable.
Repentinamente había brotado entre nosotras una gran liviandad, una alegría fundada en la complicidad. Sólo cuando la tarta entró dentro del horno por fin, cuando la viste oscurecerse pensaste que se había quemado y de pronto recordaste por qué la habíamos hecho y lloraste, yo trataba de consolarte, delante del horno casi quemándonos abrazadas, es cierto, te decía que me marcharé antes que tú, pero cuando ya no esté, todavía estaré, viviré en tu memoria con bellos recuerdos, acudirán a tu mente todos los momentos felices que hemos pasado juntas en tu infancia acortando guardapolvos, acariciando libros, recolectando temas de San Martín en los libros de Alfre a las diez de la noche para llevar al día siguiente a la escuela, buscando aros y ropa que te quede entre las pertenencias de la gorda, comprando bombachas en San Justo bajo la lluvia, achicando pantalones mientras te negabas a descoser con la tijerita curva, sacando los papeles que inexplicablemente se tragó la impresora,… en mi jardín viendo aletear al colibrí o contemplando las rosas amarillas, sentadas a la mesa de vidrio mientras el mate al pasar de mano en mano unía nuestras cuitas como si fueran las cuentas de un collar; lo mismo te pasará el día que hagas la tarta que hoy hemos hecho me verás ante ti con la nariz de color marrón como la de tu perra donna.




María Alicia
Adaptación para mi nieta de : Donde el Corazón te lleve de Susanna Tamaro



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