sábado, 18 de abril de 2020

Ay!!! Los aromas!!!




Mi casa de la infancia. Ay! Si la habitaban los aromas!
Entre ellos percibo como si estuviera ocurriendo…el beso sobre el cutis adorado de mi madre que infaltablemente olía a crema Ponds (tapa celeste).
El jabón Fulton de lilas que descansaba en la jabonera del baño; el agua de colonia Heno de Pravia que le gustaba a papá o Vertiente que usaba mamá (de entre casa, claro, porque cuando salía causaba sensación con su Embrujo de Sevilla).
Esos olores que retornan cual si los sintiera ahora!: A la crema de vainilla recién hecha cuando regresaba de la escuela, o a canela del arroz con leche tibio todavía!
Los domingos en cambio, los domingos …de esas ollas humeantes salían olores exquisitos a estofado que invitavan a mojar el pan jugando entre los borbotones del hervor donde hacían ronda las especies.
Los jazmines del centro de mesa, in-fal-ta-bles!
Y en invierno…el olor del eucaliptus que escapaba del vapor cuando nos martirizaban con las inhalaciones hechas con conos de papel de diario. Y el alcanfor de la bolsita prendida en la camiseta!
Ya en casa propia: los jazmines, las rosas, las adelfas y lavandas; las albahacas y el romero o el burrito y el orégano.
El incienso encendido sahumando la casa, el palo santo, o el laurel sobre el fuego sanando energías del ambiente, y el alcanfor colgado con la bolsita de tul al respaldo de la cama.
El olor a pan caliente! Y a masa leudada! Y a vainillas o baby scuit o a tarta de coco.
Sweet Honesty ( mi perfume preferido) en las toallas y en las sábanas, y en la colcha y el pijama y en la ropa guardada.
Bolsitas con cáscaras de naranja, canela, clavo de olor y ramitas olorosas en las perchas.
Aceite de lavanda en la sal del baño y hasta anís con clavo de olor y canela en las miniaturas de cristal que fueran de mi suegra , aceite de rosas en el mini cántaro de barro!
Mas…hace ya unos días ( creo que muchos, no lo sé) se pierden mis pensamientos y mis sueños entre los cuadraditos del almanaque y los miedos, la tristeza y las nostalgias, las noticias y el esfuerzo por resurgir y ser.
De pronto un ventarrón nos tomó por sorpresa: el Coronavid-19 que tiene nombre y sobrenombre también, lo ha cambiado todo!
Cambió las costumbres, las familias, los horarios, los trabajos, los festejos…y los aromas de mi casa también los ha cambiado!
El olor a lavandina irrumpió en ella, nos invadió!
Y huelen a lavandina las manos y las mesas, las mesadas y los pisos, las manijas de las puertas y las llaves, las suelas de los zapatos y el mupi, el envase de leche, galletitas y fideos.
Y dejamos el bicarbonato para lavar las verduras cediendo paso a : la la-van-di-na. Y las lechugas, las rúculas y tomates, las batatas , las papas y el zapallo no entienden nada! Menos aún los morrones, que quedaron olvidados en el fuentón con agua y : lavandina sí señor!
Nosotros, no entendemos nada! Solo nos enlavandinamos y esperamos y rezamos mientras el olor a eucaliptus escapa de la olla como antaño.




María Alicia Bussolini

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